martes, 5 de junio de 2012

Rebeldes 79, una historia (2)

En plena eclosión punk, es decir mediados de 1977,  la tienda de discos que abría los ojos a lo que pasaba fuera era Gay & Co. En el tablón de anuncios de aquel establecimiento Loquillo pondría el famoso anuncio en el que proclamaba su intención de buscar cómplices para su afición al rock’n’roll. Tras mes y medio sin respuesta aparecería Carlos Segarra. Era un jovencito con gran talento que con su guitarra cantaba donde podía. Tanto era el talento de Carlos que Loquillo vio claro que a lo que tenía que dedicarse era a hacerle de manager, buscarle lugares para actuar y, en el horizonte, compañía discográfica.
Carlos había llegado a la antesala del rock con su guitarra Hoffner bajo el brazo. La había comprado en plena adolescencia por 4.000 pesetas en El Corte Inglés. Luego se introdujo en los entresijos musicales con cuadernos de acordes cifrados para guitarra de las canciones de los Beatles.
Carlos reivindica el papel que juegan grupos de los 60 como los Beatles o los Beach Boys para mantener el rock en el primer plano de los gustos musicales. El corte se producirá unos años después, a finales de los 60, cuando el folk y la psicodelia arrinconan el rock clásico, Chuck Berry, Gene Vincent o Buddy Holly, dejando a grupos como los Flamin’ Groovies como apolilladas reliquias del pasado. De hecho Carlos conoce los temas de Chuck Berry, pongamos por caso, a través de las versiones de los Beatles.
Carlos, menor de edad, actúa en pubs y locales musicales en los que solo podían entrar mayores de 18 años. Era la época de L’Angelot y del Ascensor. En su repertorio podían sucederse temas como Sealed Whit A Kiss, Heartbreak Hotel o Sppedy Gonzalez. Suele actuar miércoles, sábados y domingos. Cobra 700 o 800 pesetas por sesión. Pronto combinará estos bolos en solitario con un grupo de Montcada i Reixac que necesita cantante. El grupo en cuestión se llama CHOCOPOLVO que, como puede verse, es un nombre muy de la época.
Carlos Segarra es del Barrio de Sans y Aurelio Morata, su nuevo compañero de aventuras musicales, del Clot. Allá por el 77 lo que le tira a Aurelio son los Stones y de hecho se dedica a hacer versiones de Chuck Berry y los primeros Stones con su grupo LOS BALAS PERDIDAS. Pronto Carlos y Aurelio ensayarán en el taller de imprenta del padre de Aurelio, incluso lo harán los domingos por la mañana en los locales de un club de baloncesto del Clot. Ensayan con un solo amplificador que tiene 4 salidas. Ahí se prueban los primeros riffs de Chuck Berry. 
Carlos sigue con sus actuaciones en solitartio. Su repertorio se compone de canciones de Elvis, Eddie Cochran o de los Beatles. En fin, canciones que pudiera interpretar con su guitarra acústica. Actúa en los más diversos escenarios, incluso en un pub del Clot propiedad de un tío de Aurelio que está especializado en música latinoamericana.


Texto de Carles Prats para la caja 'Los Rebeldes 1979/1985', editado por Mitik Records

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